viernes, 13 de febrero de 2015

VOCES EN EL MAR

VOCES EN EL MAR
Un día se despertó temprano, al bajar a desayunar, escucho a su madre que le decía a su padre.:
-          No podemos seguir así, no nos queda dinero para comer.- ¿Qué vamos a hacer?, ¿que vamos a hacer?
Robert, abrió la puerta y se marcho. Ya hacia tiempo que lo había pensado, pero su madre no quería. En una ocasión, le dijo:
-          Madre me voy a la mar, a pescar, necesitamos dinero y yo no encuentro trabajo en ningún sitio. Tono, el viejo capitán del  pesquero, me dijo que cuando quisiera me admitiría en su barco, que yo valía para la vida en el mar.
-          No, ni lo menciones, antes de eso ya buscaremos otra solución.
Nunca había desobedecido a sus padres, pero ese día pensó que ya era lo suficientemente mayor para tomar sus propias decisiones.
Al llegar a puerto sintió algo que nunca había sentido antes, el mar le llamaba, con voz dulce, tranquila……..
-          Robert, buenos días, por fin te has decidido. ¿Vienes a trabajar con nosotros?
-          Si Tono, buenos días. Si no es demasiado tarde, me gustaría ser pescador.
-          Por supuesto chico, ya te dije que serias bien venido cuando quisieras. Vamos sube a bordo.
Cuando la madre de Robert se dio cuenta de que no estaba, se puso a llorar.
-Ya se ha marchado, es culpa mía, no he podido retenerlo junto a mí por más tiempo.
- No llores más, Robert es un buen muchacho, sabrá cuidarse, no podías retenerlo mas. Era cuestión de tiempo. No llores mas…..
Estaba amaneciendo, cuando el capitán hizo sonar la campana, habían encontrado un banco de peces, era hora de empezar a trabajar.
Robert, no solía levantarse tarde, pero tan temprano como ese día…nunca. Aun así, fue el primero en estar listo para empezar a trabajar.
Pasó la mañana, se les había dado muy bien, tenían mucha pesca, después de comer, descanso un poco en su cama.
-          Robert…. Robert……
-          ¿Quien es?, ¿Quién me llama?...... uf me debo haber quedado dormido.
 Se paso el resto del día pensando en esa voz que le llamaba, era una voz de mujer……nunca había oído una voz tan….atrayente… le habían dado ganas de echarse al mar.
A la mañana siguiente, se despertó, y el capitán le dijo que ese día no pescarían por que el resto de la tripulación, y el mismo, estaban enfermos.
Rober le dijo que no se preocupase, por que el se encontraba mejor que nunca.
Y era cierto, ese día estaba feliz, lleno de energía.
Subió a cubierta, y se dispuso a echar las redes.
Al acabar el día, había pescado mas que ningún día, cuando el capitán vio todo ese pescado no podía creerlo.
-          Pero como es posible…..nunca jamás había visto tantos peces juntos, ¿Cómo lo has hecho? ¿Has hecho algún pacto con el mar? ¿O con las sirenas?
-          ¿Sirenas? ¿Que cuento es ese? siempre he oído hablar de  ellas pero….  pensé que eran historias de viejos marineros…no te ofendas Tono.
-          No, si no me ofendo, es verdad que soy viejo, pero, solo te digo que no pienses en que es un cuento, más de un marinero nos ha contado que  las ha visto nadar, y sobre todo las han oído cantar.
-          Venga ya!!!!!, no me lo creo, solo ha sido un buen día.
-          Bueno, bueno. Vamos a dormir, que mañana volvemos a casa, tendrás ganas de llevar tu primer jornal a tu madre.
-          Si la verdad es que no veo el momento, tengo ganas de ver a mis padres.
Así lo hicieron, al día siguiente, volvieron a casa.
Cuando entro en su casa, nada mas abrir la puerta, nadie le recibió.
-          Madre, madre!!!¿Donde estáis? – llego al dormitorio de sus padres, su madre estaba en la cama enferma.
-          Hijo. Has vuelto, ¿por que te fuiste?, no te marches otra vez.
-          Madre, he vuelto, traigo dinero, ¿que te ocurre? ¿Dónde está mi padre?
-          Ha ido a por unos medicamentos.- en ese momento entro por la puerta-
-          Hijo que alegría.
Pasados unos días su madre se recupero. Pero Robert tenía que marcharse otra vez.
-          Madre, me tengo que marchar.
-          Preferiría que no te fueses. Sabes mi padre era pescador. Se marcho a pescar un día y no volví a verlo.
-          ¿Por eso no quieres que me valla?
-          Bueno el era un buen pescador, pero la ultima vez que se fue, no fue como otras veces, nos contó que había visto una sirena.
-          Madre eso de las sirenas es un cuento.
-          No, no digas eso, yo siempre he creído que ellas se lo llevaron, y no quiero que a ti te pase lo mismo.
-          No te preocupes madre, sabré cuidarme.
Robert, no tuvo más remedio que marcharse otra vez.

 Cuando llego al puerto Tono se puso muy contento, pensó que no volvería, y la verdad es que nunca habían pescado tanto como cuando Robert estuvo con ellos.
Cuando estaban en alta mar, comenzaron el trabajo, y como no, tuvieron un esplendido día de pesca.
Ya por la noche, Tono se sentó a su lado en la mesa a la hora de cenar.
- Dime Robert, ¿Has oído cantar a las sirenas?.
- Yo?, No porque me lo preguntas?
- Es que es realmente raro que tengamos tan buena pesca cuando tu estas con nosotros.
- Pues no, yo no he oído nada raro.
- Ten cuidado y si oyes algo raro dímelo y nos iremos a tierra enseguida.
Así quedo la conversación.
A la mañana siguiente, se levanto una gran tormenta, era tan fuerte que casi vuelca el barco.
Por un momento pensaron que se iban a hundir, por suerte no fue así, y pudieron seguir trabajando.
Esa misma noche. Robert oyó a las primeras sirenas. No solo cantaban sino que le llamaban, le decían que la tormenta era para él para que se reuniese con ellas, y con su abuelo, que le estaba esperando.
Muy asustado corrió por los pasillos y se lo contó a Tono, que sin pensarlo dio orden de regresar a tierra.
-          Mira hijo- le dijo el viejo Tono- me gusta que estés con nosotros pero no puedo llevarte en el próximo viaje, la tormenta del otro día fue muy fuerte, y estoy seguro que las sirenas tuvieron algo que ver con eso, y no puedo arriesgar la vida de mis marineros, lo siento de veras. Descansa unos días y ya veremos….. más adelante. Si quieres ven a ayudarnos cuando volvamos de pesca.
Su madre estaba contenta de que no volviese al mar, pero a Robert, le faltaba lago se sentía, como….. ¡como pez fuera del agua!, en el poco tiempo que paso de pescador se había hecho tanto al mar que lo sentía parte de su vida.
Tanto es así que todos los días íva al puerto y cuando llegaba su barco les ayudaba en todo lo que podía, pero eso si, nunca se acercaba demasiado al mar.
Un buen día, empezó a oír esas voces otra vez, y empezó a oírlas hasta en su casa, cada día eran más fuertes, hasta que no pudo resistirse más y se zambulló en agua.
Pasaron unos días y Robert seguía desaparecido, su madre estaba muy triste porque no sabía dónde podía estar su hijo. Pensó que estaría con su abuelo, que tiempo atrás también había desaparecido.
Un buen día, cuando ya no había esperanza de encontrarlo, apareció por la puerta.
Contó que había estado con las sirenas, que querían que se quedase con ellas pero el solo se acordaba de sus padres y les dijo que no se quedaría con ellas que tenía muchas cosas que hacer en su casa.
Le ofrecieron tesoros, le ofrecieron la vida eterna, cosas que son difíciles de rechazar por un mortal, pero Robert quería demasiado a sus padres como para imaginar una vida sin ellos.

Desde ese día, Robert volvió a pescar todos los días y jamás volvió a escuchar esas voces en el mar.


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