VOCES
EN EL MAR
Un día se despertó temprano, al
bajar a desayunar, escucho a su madre que le decía a su padre.:
-
No podemos seguir así, no nos queda dinero para comer.-
¿Qué vamos a hacer?, ¿que vamos a hacer?
Robert, abrió la puerta y se marcho.
Ya hacia tiempo que lo había pensado, pero su madre no quería. En una ocasión,
le dijo:
-
Madre me voy a la mar, a pescar, necesitamos dinero y
yo no encuentro trabajo en ningún sitio. Tono, el viejo capitán del pesquero, me dijo que cuando quisiera me
admitiría en su barco, que yo valía para la vida en el mar.
-
No, ni lo menciones, antes de eso ya buscaremos otra
solución.
Nunca había desobedecido a sus
padres, pero ese día pensó que ya era lo suficientemente mayor para tomar sus
propias decisiones.
Al llegar a puerto sintió algo que
nunca había sentido antes, el mar le llamaba, con voz dulce, tranquila……..
-
Robert, buenos días, por fin te has decidido. ¿Vienes a
trabajar con nosotros?
-
Si Tono, buenos días. Si no es demasiado tarde, me gustaría
ser pescador.
-
Por supuesto chico, ya te dije que serias bien venido
cuando quisieras. Vamos sube a bordo.
Cuando la madre de Robert se dio
cuenta de que no estaba, se puso a llorar.
-Ya se ha
marchado, es culpa mía, no he podido retenerlo junto a mí por más tiempo.
- No llores más,
Robert es un buen muchacho, sabrá cuidarse, no podías retenerlo mas. Era cuestión
de tiempo. No llores mas…..
Estaba amaneciendo, cuando el capitán
hizo sonar la campana, habían encontrado un banco de peces, era hora de empezar
a trabajar.
Robert, no solía levantarse tarde,
pero tan temprano como ese día…nunca. Aun así, fue el primero en estar listo
para empezar a trabajar.
Pasó la mañana, se les había dado
muy bien, tenían mucha pesca, después de comer, descanso un poco en su cama.
-
Robert…. Robert……
-
¿Quien es?, ¿Quién me llama?...... uf me debo haber
quedado dormido.
Se paso el resto del día pensando en esa voz
que le llamaba, era una voz de mujer……nunca había oído una voz tan….atrayente…
le habían dado ganas de echarse al mar.
A la mañana siguiente, se despertó,
y el capitán le dijo que ese día no pescarían por que el resto de la
tripulación, y el mismo, estaban enfermos.
Rober le dijo que no se preocupase,
por que el se encontraba mejor que nunca.
Y era cierto, ese día estaba feliz,
lleno de energía.
Subió a cubierta, y se dispuso a
echar las redes.
Al acabar el día, había pescado mas
que ningún día, cuando el capitán vio todo ese pescado no podía creerlo.
-
Pero como es posible…..nunca jamás había visto tantos
peces juntos, ¿Cómo lo has hecho? ¿Has hecho algún pacto con el mar? ¿O con las
sirenas?
-
¿Sirenas? ¿Que cuento es ese? siempre he oído hablar
de ellas pero…. pensé que eran historias de viejos
marineros…no te ofendas Tono.
-
No, si no me ofendo, es verdad que soy viejo, pero,
solo te digo que no pienses en que es un cuento, más de un marinero nos ha
contado que las ha visto nadar, y sobre
todo las han oído cantar.
-
Venga ya!!!!!, no me lo creo, solo ha sido un buen día.
-
Bueno, bueno. Vamos a dormir, que mañana volvemos a
casa, tendrás ganas de llevar tu primer jornal a tu madre.
-
Si la verdad es que no veo el momento, tengo ganas de
ver a mis padres.
Así lo hicieron, al día siguiente,
volvieron a casa.
Cuando entro en su casa, nada mas
abrir la puerta, nadie le recibió.
-
Madre, madre!!!¿Donde estáis? – llego al dormitorio de
sus padres, su madre estaba en la cama enferma.
-
Hijo. Has vuelto, ¿por que te fuiste?, no te marches
otra vez.
-
Madre, he vuelto, traigo dinero, ¿que te ocurre? ¿Dónde
está mi padre?
-
Ha ido a por unos medicamentos.- en ese momento entro
por la puerta-
-
Hijo que alegría.
Pasados unos días su madre se
recupero. Pero Robert tenía que marcharse otra vez.
-
Madre, me tengo que marchar.
-
Preferiría que no te fueses. Sabes mi padre era
pescador. Se marcho a pescar un día y no volví a verlo.
-
¿Por eso no quieres que me valla?
-
Bueno el era un buen pescador, pero la ultima vez que
se fue, no fue como otras veces, nos contó que había visto una sirena.
-
Madre eso de las sirenas es un cuento.
-
No, no digas eso, yo siempre he creído que ellas se lo
llevaron, y no quiero que a ti te pase lo mismo.
-
No te preocupes madre, sabré cuidarme.
Robert, no tuvo más remedio que
marcharse otra vez.
Cuando llego al puerto Tono se puso muy contento,
pensó que no volvería, y la verdad es que nunca habían pescado tanto como
cuando Robert estuvo con ellos.
Cuando estaban en alta mar,
comenzaron el trabajo, y como no, tuvieron un esplendido día de pesca.
Ya por la noche, Tono se sentó a su
lado en la mesa a la hora de cenar.
- Dime Robert,
¿Has oído cantar a las sirenas?.
- Yo?, No porque
me lo preguntas?
- Es que es
realmente raro que tengamos tan buena pesca cuando tu estas con nosotros.
- Pues no, yo no
he oído nada raro.
- Ten cuidado y
si oyes algo raro dímelo y nos iremos a tierra enseguida.
Así quedo la conversación.
A la mañana siguiente, se levanto
una gran tormenta, era tan fuerte que casi vuelca el barco.
Por un momento pensaron que se iban
a hundir, por suerte no fue así, y pudieron seguir trabajando.
Esa misma noche. Robert oyó a las
primeras sirenas. No solo cantaban sino que le llamaban, le decían que la
tormenta era para él para que se reuniese con ellas, y con su abuelo, que le
estaba esperando.
Muy asustado corrió por los
pasillos y se lo contó a Tono, que sin pensarlo dio orden de regresar a tierra.
-
Mira hijo- le dijo el viejo Tono- me gusta que estés
con nosotros pero no puedo llevarte en el próximo viaje, la tormenta del otro
día fue muy fuerte, y estoy seguro que las sirenas tuvieron algo que ver con
eso, y no puedo arriesgar la vida de mis marineros, lo siento de veras. Descansa
unos días y ya veremos….. más adelante. Si quieres ven a ayudarnos cuando
volvamos de pesca.
Su madre estaba contenta de que no
volviese al mar, pero a Robert, le faltaba lago se sentía, como….. ¡como pez
fuera del agua!, en el poco tiempo que paso de pescador se había hecho tanto al
mar que lo sentía parte de su vida.
Tanto es así que todos los días íva al puerto y cuando llegaba su barco les ayudaba en todo lo que podía, pero eso
si, nunca se acercaba demasiado al mar.
Un buen día, empezó a oír esas
voces otra vez, y empezó a oírlas hasta en su casa, cada día eran más fuertes,
hasta que no pudo resistirse más y se zambulló en agua.
Pasaron unos días y Robert seguía
desaparecido, su madre estaba muy triste porque no sabía dónde podía estar su
hijo. Pensó que estaría con su abuelo, que tiempo atrás también había desaparecido.
Un buen día, cuando ya no había
esperanza de encontrarlo, apareció por la puerta.
Contó que había estado con las
sirenas, que querían que se quedase con ellas pero el solo se acordaba de sus
padres y les dijo que no se quedaría con ellas que tenía muchas cosas que hacer
en su casa.
Le ofrecieron tesoros, le
ofrecieron la vida eterna, cosas que son difíciles de rechazar por un mortal,
pero Robert quería demasiado a sus padres como para imaginar una vida sin
ellos.
Desde ese día, Robert volvió a
pescar todos los días y jamás volvió a escuchar esas voces en el mar.

