viernes, 13 de marzo de 2015

UN DÍA DE CAMPO

Aunque no lo sepáis, existe otro mundo entre las plantas y macetas de tu terraza, y si no que se lo digan a Noah.
Noah es un niño, al que le gusta mucho  buscar bichitos. Al principio le daban un poco de asquito, supongo que como a muchos otros niños y niñas, pero un dia descubrió que estos insectos eran muy necesarios para unos seres que vivían entre las plantas. ¿Queréis saber cómo lo descubrió?
Una hermosa mañana Noah y su familia se fueron a pasar el día al campo, Ian era su hermano pequeño, era un trasto y Noah que era un niño muy, pero que muy responsable, siempre iba detrás de él cuidándolo para que no le pasara nada malo.
Ese día Ian se dedicó a levantar todas las piedras que encontraba, en una de ellas, había un agujero en la tierra, y Noah pensó que encontraría algún gusanito y, como era muy curioso, se entretuvo en hurgar con un palito.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NIÑO!!!!!!!!!!!!! Estate quieto que me rompes la casa. Se oyó una voz que provenía del agujero.
Noah se cayó de culo. Del agujerito había salido un viejecito con una barba blanca hasta los pies y apoyándose en un bastón.
Noah se refregó los ojos varias veces sin creer lo que estaba viendo.
-Lo siento, no sabía que vivía nadie en un agujero tan pequeño.-
-Sí, claro!! Excusas, siempre las mismas excusas, los jóvenes de hoy no respetáis nada. Seguro que estabas matando  ”bichos”, pues que sepas que son mis amigos. Te voy a dar tu merecido.  – Movió su bastón y salió una especie de polvo de color rosa intenso, que le produjo al niño una gran picazón en su naricilla de repente.
-A a a a a chus!!!! - Dio tal estornudo que el pequeño ser salió volando mas allá.
- Qué exagerado!!! – Se levantó y caminó hacia Noah
-Jo!!! Cómo picaba ¿Qué era eso? – Cuando se dio cuenta era más pequeño todavía que el anciano. – Pero… ¿Qué me has hecho? Soy más pequeño que tú. Quiero ir con mi mama……..
-Tranquilo que solo será un momento, te voy a enseñar unas cosas de mi mundo para que después no vuelvas a matar a ningún bicho. No te vas a quedar así para siempre, no tengo yo ganas de ver niños a mí alrededor.- Se dio la vuelta refunfuñando.-  Enseguida estarás con tu madre. Sígueme. – Y comenzaron a caminar.
Noah estaba un poco asustado, pero a la vez lleno de curiosidad. Y le siguió.
Entraron por el agujero de la tierra. Era como un pasillo estrecho, allí había una puerta, y entraron. Era la casa del viejo, pasaron por el medio, y al otro lado de la casa había otra puerta.
El viejo saco una gran llave y abrió la puerta, y al otro lado todo era de su tamaño, había más casas, con sus chimeneas y gente por las calles.
-Buenos días, maestro- Le decía la gente que pasaba por su lado. El sólo levantaba el bastón y refunfuñaba. Noah pensó que era un abuelo cascarrabias, pero le caía bien.
De repente, vio pasar un inmenso saltamontes, se llevó tal susto que se tiró al suelo, cuando miró más detenidamente se dio cuenta que encima del saltamontes iba montada una niña un poco mayor que él.
De un salto bajó y cayó delante de Noah –Hola, ¿Cómo te llamas? Yo soy Ana. ¿Qué habrás hecho tú para que el viejo maestro te haya traído…..?
-Hola, soy Noah y la verdad es que yo no he hecho nada, era mi hermano el que iba levantando piedras y en una de ellas había un agujero la tierra y yo quise ver si había una lombriz.
-Bueno, esta excursión te encantará, ya lo verás.- Le dijo Ana.
-¿Podré luego montar contigo?
- ¡Pues claro! antes de irte haremos una carrera.
-Ya está bien de tanta cháchara, vamos, vamos. Gritó el viejo.
Y los niños se despidieron.
Continuaron el camino. El anciano le enseño muchas cosas, cómo trabajaban y cómo utilizaban a los BICHOS, para ayudarles en el trabajo y en el transporte.
No tenían coches, contaminan demasiado, ellos tenían carros tirados por cien pies, volaban en las libélulas, y se trasladaban como si fueran caballos en los saltamontes. Para arar la tierra utilizaban a los escarabajos, que tienen mucha fuerza, incluso tenían un hospital para los bichos, allí ayudaban tanto a los que vivían y trabajaban con ellos, como a los que llegaban heridos del bosque. Las arañas, que tanto miedo dan a algunos, tienen el mejor hilo de todos, con esos hilos se hacen cuerdas para trabajar y construir casas. Con las fibras vegetales y el hilo del capullo de algunos gusanos hacían la ropa de vestir y la ropa de hogar.
Noah estaba alucinando y cada vez le gustaba más aquella sociedad.
-Una pregunta maestro, ¿solo estáis vosotros o hay más por el mundo?
-Qué pregunta, ¿Cómo vamos a estar solos? Eso sería muy triste, en toda la tierra existen muchos poblados como este, nos comunicamos y ayudamos.
-Pero, en las grandes ciudades, ¿Dónde viven?
-Pues en los jardines y en algunos balcones, allí tenemos a los controladores y las moscas y abejorros son los que se encargan de hacernos llegar las comunicaciones.
Noah, cada vez tenía los ojos más abiertos. -Guauuu…… Cuando se lo cuente a mis amigos no me van a creer.
-Mira Noah, será mejor que no les digas nada, porque si se enteran pronto estarían los campos llenos de niños buscándonos y lo único que conseguirían sería romperlo todo. La verdad es que  te he traído aquí, para que nos ayudes a conseguir que la gente sea más cuidadosa con el campo y sobre todo con los insectos, cuando matáis una mosca, quizás esté llevando algún mensaje importante para nosotros. Pero sin decir a nadie que estamos aquí, por favor. Ayúdanos a que la gente no sea tan cochina, ni dejen basura cuando van al campo. ¿Nos ayudarás?
-Por supuesto que lo haré.- Dijo Noah con una gran sonrisa.
En ese momento llego Ana con dos saltamontes, -Vamos Noah sube, a ver quien llega antes hasta aquel árbol.- saltaron muy alto y rápido, como a Noah le gustaban tanto las atracciones de feria, no le dio ningún miedo, parecía que había montado toda su vida, lo hizo genial y llegaron los dos a la vez.
-Bueno Noah, ha llegado la hora de irte a casa con tu mamá. –Le dijo el viejo.
-¿Volveré a veros alguna vez?
-Quizá si te fijas bien entre las plantas, puedas llegar a vernos. –  Ana y Noah se dieron un fuerte abrazo, de los que se dan los amigos verdaderos.
-Adiós Noah, recuerda que en el campo hay mucha vida. -Sacudiendo su bastón el viejo Sabio hizo salir otra vez esos extraños polvos.
-Noah, donde estás?? - Oyó la voz de su madre.
-Estoy aquí, mamá- se levantó de repente del suelo, era como si hubiese estado durmiendo.
De camino a casa, su hermanito Ian, se durmió mientras escuchaba la fabulosa historia que contaba Noah.

-Menuda siesta se ha echado Noah, para soñar todo eso.- Dijeron sus padres. Noah sonrió y mirando por la ventanilla pensó en el dia en que sus padres lo llevarían otra vez al campo.


viernes, 13 de febrero de 2015

VOCES EN EL MAR

VOCES EN EL MAR
Un día se despertó temprano, al bajar a desayunar, escucho a su madre que le decía a su padre.:
-          No podemos seguir así, no nos queda dinero para comer.- ¿Qué vamos a hacer?, ¿que vamos a hacer?
Robert, abrió la puerta y se marcho. Ya hacia tiempo que lo había pensado, pero su madre no quería. En una ocasión, le dijo:
-          Madre me voy a la mar, a pescar, necesitamos dinero y yo no encuentro trabajo en ningún sitio. Tono, el viejo capitán del  pesquero, me dijo que cuando quisiera me admitiría en su barco, que yo valía para la vida en el mar.
-          No, ni lo menciones, antes de eso ya buscaremos otra solución.
Nunca había desobedecido a sus padres, pero ese día pensó que ya era lo suficientemente mayor para tomar sus propias decisiones.
Al llegar a puerto sintió algo que nunca había sentido antes, el mar le llamaba, con voz dulce, tranquila……..
-          Robert, buenos días, por fin te has decidido. ¿Vienes a trabajar con nosotros?
-          Si Tono, buenos días. Si no es demasiado tarde, me gustaría ser pescador.
-          Por supuesto chico, ya te dije que serias bien venido cuando quisieras. Vamos sube a bordo.
Cuando la madre de Robert se dio cuenta de que no estaba, se puso a llorar.
-Ya se ha marchado, es culpa mía, no he podido retenerlo junto a mí por más tiempo.
- No llores más, Robert es un buen muchacho, sabrá cuidarse, no podías retenerlo mas. Era cuestión de tiempo. No llores mas…..
Estaba amaneciendo, cuando el capitán hizo sonar la campana, habían encontrado un banco de peces, era hora de empezar a trabajar.
Robert, no solía levantarse tarde, pero tan temprano como ese día…nunca. Aun así, fue el primero en estar listo para empezar a trabajar.
Pasó la mañana, se les había dado muy bien, tenían mucha pesca, después de comer, descanso un poco en su cama.
-          Robert…. Robert……
-          ¿Quien es?, ¿Quién me llama?...... uf me debo haber quedado dormido.
 Se paso el resto del día pensando en esa voz que le llamaba, era una voz de mujer……nunca había oído una voz tan….atrayente… le habían dado ganas de echarse al mar.
A la mañana siguiente, se despertó, y el capitán le dijo que ese día no pescarían por que el resto de la tripulación, y el mismo, estaban enfermos.
Rober le dijo que no se preocupase, por que el se encontraba mejor que nunca.
Y era cierto, ese día estaba feliz, lleno de energía.
Subió a cubierta, y se dispuso a echar las redes.
Al acabar el día, había pescado mas que ningún día, cuando el capitán vio todo ese pescado no podía creerlo.
-          Pero como es posible…..nunca jamás había visto tantos peces juntos, ¿Cómo lo has hecho? ¿Has hecho algún pacto con el mar? ¿O con las sirenas?
-          ¿Sirenas? ¿Que cuento es ese? siempre he oído hablar de  ellas pero….  pensé que eran historias de viejos marineros…no te ofendas Tono.
-          No, si no me ofendo, es verdad que soy viejo, pero, solo te digo que no pienses en que es un cuento, más de un marinero nos ha contado que  las ha visto nadar, y sobre todo las han oído cantar.
-          Venga ya!!!!!, no me lo creo, solo ha sido un buen día.
-          Bueno, bueno. Vamos a dormir, que mañana volvemos a casa, tendrás ganas de llevar tu primer jornal a tu madre.
-          Si la verdad es que no veo el momento, tengo ganas de ver a mis padres.
Así lo hicieron, al día siguiente, volvieron a casa.
Cuando entro en su casa, nada mas abrir la puerta, nadie le recibió.
-          Madre, madre!!!¿Donde estáis? – llego al dormitorio de sus padres, su madre estaba en la cama enferma.
-          Hijo. Has vuelto, ¿por que te fuiste?, no te marches otra vez.
-          Madre, he vuelto, traigo dinero, ¿que te ocurre? ¿Dónde está mi padre?
-          Ha ido a por unos medicamentos.- en ese momento entro por la puerta-
-          Hijo que alegría.
Pasados unos días su madre se recupero. Pero Robert tenía que marcharse otra vez.
-          Madre, me tengo que marchar.
-          Preferiría que no te fueses. Sabes mi padre era pescador. Se marcho a pescar un día y no volví a verlo.
-          ¿Por eso no quieres que me valla?
-          Bueno el era un buen pescador, pero la ultima vez que se fue, no fue como otras veces, nos contó que había visto una sirena.
-          Madre eso de las sirenas es un cuento.
-          No, no digas eso, yo siempre he creído que ellas se lo llevaron, y no quiero que a ti te pase lo mismo.
-          No te preocupes madre, sabré cuidarme.
Robert, no tuvo más remedio que marcharse otra vez.

 Cuando llego al puerto Tono se puso muy contento, pensó que no volvería, y la verdad es que nunca habían pescado tanto como cuando Robert estuvo con ellos.
Cuando estaban en alta mar, comenzaron el trabajo, y como no, tuvieron un esplendido día de pesca.
Ya por la noche, Tono se sentó a su lado en la mesa a la hora de cenar.
- Dime Robert, ¿Has oído cantar a las sirenas?.
- Yo?, No porque me lo preguntas?
- Es que es realmente raro que tengamos tan buena pesca cuando tu estas con nosotros.
- Pues no, yo no he oído nada raro.
- Ten cuidado y si oyes algo raro dímelo y nos iremos a tierra enseguida.
Así quedo la conversación.
A la mañana siguiente, se levanto una gran tormenta, era tan fuerte que casi vuelca el barco.
Por un momento pensaron que se iban a hundir, por suerte no fue así, y pudieron seguir trabajando.
Esa misma noche. Robert oyó a las primeras sirenas. No solo cantaban sino que le llamaban, le decían que la tormenta era para él para que se reuniese con ellas, y con su abuelo, que le estaba esperando.
Muy asustado corrió por los pasillos y se lo contó a Tono, que sin pensarlo dio orden de regresar a tierra.
-          Mira hijo- le dijo el viejo Tono- me gusta que estés con nosotros pero no puedo llevarte en el próximo viaje, la tormenta del otro día fue muy fuerte, y estoy seguro que las sirenas tuvieron algo que ver con eso, y no puedo arriesgar la vida de mis marineros, lo siento de veras. Descansa unos días y ya veremos….. más adelante. Si quieres ven a ayudarnos cuando volvamos de pesca.
Su madre estaba contenta de que no volviese al mar, pero a Robert, le faltaba lago se sentía, como….. ¡como pez fuera del agua!, en el poco tiempo que paso de pescador se había hecho tanto al mar que lo sentía parte de su vida.
Tanto es así que todos los días íva al puerto y cuando llegaba su barco les ayudaba en todo lo que podía, pero eso si, nunca se acercaba demasiado al mar.
Un buen día, empezó a oír esas voces otra vez, y empezó a oírlas hasta en su casa, cada día eran más fuertes, hasta que no pudo resistirse más y se zambulló en agua.
Pasaron unos días y Robert seguía desaparecido, su madre estaba muy triste porque no sabía dónde podía estar su hijo. Pensó que estaría con su abuelo, que tiempo atrás también había desaparecido.
Un buen día, cuando ya no había esperanza de encontrarlo, apareció por la puerta.
Contó que había estado con las sirenas, que querían que se quedase con ellas pero el solo se acordaba de sus padres y les dijo que no se quedaría con ellas que tenía muchas cosas que hacer en su casa.
Le ofrecieron tesoros, le ofrecieron la vida eterna, cosas que son difíciles de rechazar por un mortal, pero Robert quería demasiado a sus padres como para imaginar una vida sin ellos.

Desde ese día, Robert volvió a pescar todos los días y jamás volvió a escuchar esas voces en el mar.


domingo, 8 de febrero de 2015

EL ARBOL DE LA VIDA

Un día Marta, se levanto como todos los días para ir al colegio.
-          Mami no me encuentro bien, me duele la cabeza.
-          Seguro que no es por que no quieres ir al cole?
-          No mami
-          Vale, te creo. Hoy te quedaras en casa, pero métete en la cama.
-          Vale mami.
Y así paso el día.
Por la tarde, se aburría tanto que le pidió a su madre que le contara un cuento.
-          Hace muchos, pero muchos años, en el bosque había en árbol, el árbol más grande que jamás nadie había visto. Este árbol era mágico, pues todos decían que allí sucedían cosas mágicas………
Marta, ni siquiera parpadeaba, mientras su madre le  contaba la historia.
Al día siguiente, Marta seguía con dolor de cabeza, y su madre le dejo que volviese a quedarse en casa.
Por la tarde le llevo un pequeño regalo.
-          Mira Marta, te he traído una cosita.
-          Que es? Que es?, ohhhh, que caja tan bonita. Gracias mami. Mama me dejas pasear por el río?
Por fa!!! Por fa.!!! Quiero ver los árboles.
-          Vale pero ten mucho cuidado.
Marta, salio de su casa, y justo detrás su jardín, estaba el río, y a lo largo de este un sin fin de árboles grandes, pequeños, pinos, nogales……..y de entre todos ellos el que Marta estaba buscado el mas grande el mas bonito, un sauce llorón.
Cuando se coloco debajo de sus ramas, vio como los rayos del sol se colaban por entre las ramas, era una visión magia…… mágica, claro!!! Este es mi árbol de la vida, Es el árbol de mi vida.
-          Me gusta estar contigo, quieres ser el árbol de la vida para mí.
Un rayo de sol cruzo entre sus ramas, parecía que el árbol estaba diciéndole que si.
Después se fue a su casa, muy contenta.
Pasaron unos días y Marta se puso realmente enferma, los médicos no sabían que es lo que tenia, y la mandaron a su casa a descansar.
-          mama me puedes llevar al río a ver a mi árbol
-          Claro cariño, ahora mismo vamos.
Cogio a la niña en brazos y la llevo hasta donde estaba el árbol y se tumbaron debajo del sauce.
-          Verdad que es bonito mami?
-          Si es precioso, y se está muy bien aquí.
Estuvieron un rato y cuando estaban a punto de irse Marta vio que de una rama caía algo.
-          Mama que es eso que hay en esa rama.
-          Valla es un colgante, que bonito es, quieres que te lo ponga?
-          Si mama, si pónmelo por favor.
Y mandándole  un beso, se fueron a casa.
Esa misma noche, cuando se durmió tubo un precioso sueño, en el corría alrededor de su árbol los rayos de sol le acariciaban en la cara.
El árbol movía sus ramas como si bailase con ella con un ritmo suave y dulce.
Mientras ella soñaba se desato una gran tormenta y un rayo callo en el árbol de Marta, y se convirtió en cenizas.
Al día siguiente, Marta se levanto de la cama y le dijo a su madre.
-          mami tengo mucha hambreeeee.
-          No puede ser, estas curada?
-          Si mami, Me encuentro como nunca, esta noche he dormido muy bien y a llegado hasta mi un perfume  fresco al rocío cayendo por las ramas de mi árbol, a sido maravilloso.
-          Cuanto me alegro, vamos a comer.
Por la tarde salieron a pasear y llegaron hasta el río, pero….. donde estaba, solo quedaban unas cenizas.
-          Mama, pero mami…..donde esta …. donde esta mi árbol?
-          No lo se , como es posible
Se quedaron sorprendidas, muy sorprendidas.
Como por arte de magia, apareció una anciana.
-          Anoche hubo una gran tormenta, fue bastante fuerte….
-          No, la oímos- dijo Marta.
-          Yo solo hoy la lluvia, no me di cuenta de  que hubiese tormenta.
-          Pues si y muy fuerte tan fuerte que ese árbol se prendió fuego, pero…… espera un poco. Ese colgante que llevas es del árbol de la vida como lo has conseguido?
-          Vinimos ayer a ver mi árbol, por que estaba muy enferma, y antes de irme, lo vimos colgado en una rama.
-          Claro eso es, tú estabas enferma y el árbol te curo.
-          Pero eso es solo una leyenda, como es posible- dijo la mama de Marta.
-          Esto es magia……

Se giraron y miraron hacia donde antes se erguía un monumental árbol  y la anciana desapareció.
-          Gracias por curarme querido árbol.
Recogió unas cenizas y cuando llego a su casa las guardo con mucho cariño en el la caja que su madre le había regalado días antes.

A partir de esa noche todas las noches soñaba que bailaba debajo de las ramas de su precioso sauce llorón.